“Siéntate y siéntete, solo eso”. Este fue el consejo que me dio mi primer maestro de meditación. Sentarte en silencio y sentirte es regresar a tu hogar, a tu santuario interior, a tu esencia. Desconectar de esa inmediatez que exige el mundo actual. Desconectar de la tiranía del teléfono móvil y de todas las exigencias externas para conectar con tu sabiduría interior.
“El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. Proust
Al principio te cuesta ponerte a meditar, ya que estas acostumbrado a estar en el modo hacer, pero te has comprometido y encuentras tu momento.
Te sientas en silencio y permaneces inmóvil, a pesar de esa voz que te dice una y otra vez lo que tienes que hacer, esa voz que te grita falsas necesidades… pero tú permaneces inmóvil. Y así te das cuenta de que ese simple acto de permanecer sentado y no seguir a los pensamientos que te llaman con urgencia, te hace sentir, de alguna manera, más libre, con las riendas de tus emociones. De este modo vas creando tu isla de calma y bienestar, día tras día, vas creando un lugar al que deseas ir cada día y que está en tu interior, esperándote, pase lo que pase.
Sentarte y sentirte, y estar con lo que surja en tu interior, tristeza, alegría, ira… lo que sea. Dejarlo ser. Todo pasa. Todo cambia.
Meditar, dejar de ir en piloto automático y pulsarte a ti mismo. Tomar consciencia de tu narrativa interior, recuperar tus sueños, tus metas, tu verdadera brújula… la vida que quieres.
Te animo a que te sientes y te sientas cada día, a que practiques la meditación, para cultivar claridad y así poder conectar con lo que verdaderamente eres y quieres, y para que no te pierdas en lo que esperan los demás de ti.
Esther Fernández